Por qué a la “basura online” la llaman ahora contenido


Los a menudo desoladores resultados de la antaño “prodigiosa” publicidad online están poniendo en un brete a las miles de agencias que una vez se hicieron de oro tocando la varita mágica de internet.

Es cada vez más complicado para ellas convencer a los clientes de que los banners siguen obrando los milagros que una vez nadie dudaba que estaban en disposición de lograr. Nadie es tan “tonto” como para creer en los “superpoderes” atribuidos hace tan sólo unos años a la publicidad display.

Perdida la magia, a los creativos nacidos al calor de la nueva era digital no les ha quedado más remedido que buscar un nuevo “milagro”, un “milagro” que ahora se llama “contenido”.

El “contenido” no es nada nuevo, pero está disfrutando de una segunda vida. Todo las cosas específicas que la web nos vendió una vez como milagrosas han resultado ser un fiasco. Por eso, la web ha optado por resucitar el “contenido”, porque se trata de algo que no es específico. Al fin y al cabo, nadie sabe lo que es. Y si nadie sabe lo que es, ¿cómo criticarlo entonces?

Como la mayoría de la gente, todos parecemos entender lo que dicen los “geeks” cuando hablan de “contenido”. Pero la realidad es que sólo lo fingimos. No sabemos qué es el “contenido” y probablemente tampoco lo sabe aquel que se proclama a sí mismo “experto en contenido”.

¿Qué es el contenido entonces? Básicamente cualquier cosa que podamos subir a la web y que no sea un anuncio es “contenido”, explica Bob Hoffman en The Ad Contrarian.

De esta manera, toda la “basura online” a la que la gente muchas veces no presta atención (blogs, podcasts, vídeos de YouTube, páginas de Facebook, etc.) es ahora, por arte de magia, “contenido”.

Antes, lo que ahora consideramos “contenido” era sólo “basura” pululando por los oscuros y polvorientos laberintos de la web. Pero ahora, y sin que apenas nos hayamos dado cuenta del cambio, la “basura” ha sido ascendida a la categoría de “contenido”.

Para comprender por qué lo que es a todas luces improductivo se ha convertido en atractivo debemos meternos antes en la cabeza del marketing online. Ésta es muy imaginativa. Y practica además una filosofía de carácter muy noble. Y es que una actividad de marketing sin filosofía no tiene sentido para el consumidor. Es lo que pasa, por ejemplo, con la publicidad en televisión. Esta fórmula publicitaria no tiene filosofía y, por eso, independientemente de su efectividad, el consumidor no puede evitar contemplarla como algo estúpido y molesto sin mirar más allá. Pertrechada, en cambio, por un propósito noble, la publicidad sí puede ser tomada en serio.

Mucho antes de que las pocas actividades online rentables fueran consideradas “contenidos”, se pensaba que estaban encaminadas a vender algo. Y éste es precisamente el anatema del marketing online. Ahora que lo hace es “contenido”, no puede permitirse el lujo de vender nada.

Según The Content Marketing Institute, “el marketing de contenidos es básicamente el arte de comunicarte con tus clientes y futuros clientes sin venderles nada. Es marketing sin interrupciones. En lugar de vender las bondades de tus productos y servicios, suministras información que hace más inteligente al comprador”.

El omnipresente marketing de contenidos tiene un “propósito compartido” con el consumidor al que proporciona “utilidades y valores”. A cambio, y como muestra de su aprecio por los esfuerzos de la marca, el consumidor interactúa con ella y se convierte en su mayor fan.

Suena bien, ¿verdad? Éste es el tipo de virtuosa filosofía que el marketing online está abrazando hoy en día. Sólo hay un pequeño problema. Que todo se trata en realidad de una “majadería”.

Fuente: Por qué a la “basura online” la llaman ahora contenido

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