El diseño emocional duradero cambia la relación usuario-producto


Pensar en un objeto más allá de lo que representa físicamente supone un ejercicio mental que contraviene a las tendencias consumistas reflejadas por la sociedad actual. Pero, sí, un producto puede ser mucho más que una combinación de distintos materiales elegidos con cuidado y diseñados de tal manera para que cumplan la condición de utilidad.
Detrás de su apariencia, un objeto tiene la habilidad de establecer una relación emocional duradera si su creador se preocupa en enriquecer sus cualidades físicas con otras menos visibles que le aporten un carácter único, generador de emociones positivas. Si no, de otra forma cómo se puede explicar la intensidad de los momentos cuando, después de muchos años, da la casualidad de descubrir en la estantería de un comercio un objeto que incorpora los mismos poderes que el juguete preferido de nuestra infancia. Hay muchas vivencias de este tipo que nos empujan irresistiblemente hacia un mundo donde el precio, el embalaje, la forma, el color abren el camino a otros elementos que nos permiten experimentar sensaciones conectadas a los recuerdos positivos.
 diseno-medioambiente

De productos a corto plazo a productos para toda la vida

La idea de diseño emocionalmente duradero surgió en un vínculo muy estrecho con la preocupación por el medioambiente que se encuentra desprotegido delante de la explotación masiva de sus recursos finitos. Si a los principios de los años ‘90 el volumen de residuos sólidos urbanos en EE UU era de 208,3 millones toneladas hasta el 2012 este creció un cuarto más alcanzando los 250,9 millones de toneladas. El problema llega cuando se tratan de eliminar estos desechos ya que no hay un método para hacerlo sin contaminar más. Los residuos quemados tienen efectos negativos en el suelo, aire y agua mientras que materiales tóxicos como los metales pesados (níquel, cadmio, mercurio) plantean una grave amenaza para la salud pública y el entorno. Si hay métodos que permitan reducir las consecuencias nocivas, estas son soluciones parciales comparadas con el modelo propuesto por investigadores que han encontrado los beneficios de un nuevo planteamiento del producto desde el momento que se diseña.
En un mundo donde la compra y el desecho de un producto se convierte en un intervalo tan corto que la duración del propio deseo que ha activado su adquisición, el concepto de diseño emocional duradero nace como alternativa a las relaciones poco estimulantes que tenemos con los objetos que acumulamos debido a la influencia de una sociedad caracterizada por un alto nivel consumista. Jonathan Chapman, un profesor de diseño sostenible en la Universidad de Brighton que se ha dedicado a investigar esta idea, propone el diseño sostenible para aumentar la durabilidad de las relaciones establecidas entre productos y usuarios.

Obsolescencia versus durabilidad

No hay quien defina mejor la esencia de esta nueva forma de pensamiento que Chapman mismo que considera que el proceso de consumo está motivado por factores emocionales complejos que se refieren a mucho más que comprar nuevos productos de forma irracional. El profesor los relaciona a un viaje hacia un ideal personal que a través de ciclos de deseo y decepción se convierte en un proceso de destrucción sin fin. Por eso él propone una nueva generación de productos capaces de transmitir un valor al usuario por un largo periodo de tiempo sin comprometer la viabilidad comercial. Según su opinión eso se logra cuando el usuario llega a compartir una historia única con un producto que tiene su propia voluntad y cuyo carácter se desarrolla más a medida que pasa el tiempo, es decir el producto mejora a medida que envejece. La relación entre sostenibilidad y la fuerte conexión con el producto queda visible en la explicación del profesor:
“Si puedes extender el uso de un producto hasta 18 meses aplicando el diseño emocional duradero esto significa que has reducido en un 50% el consumo de todos los materiales, energía y sistemas asociados al producto”
Eliminar a mitad el impacto de los materiales residuales convierte el diseño sostenible en un mecanismo eficiente para reducir los efectos del consumo desmesurado. Pero no todo el proceso recae en la responsabilidad de los diseñadores. Las compañías, que actualmente usan un modelo de negocio basado en la obsolescencia programada, podrían adoptar el modelo de producto duradero para estrechar la comunicación con el cliente y aumentar su nivel de lealtad. Si no lo hacen es porque no están preparadas para iniciar un cambio tan profundo o se han estancado en actividades rutinarias. Aun así, es importante concienciar del hecho de que el coste de un producto programado para que funcione un tiempo limitado afectará a nivel global. En el caso opuesto, si se decide apostar por una relación duradera podemos estar contentos de haber ralentizado, al menos por un corto tiempo, el rápido proceso de destrucción de los recursos limitados que implica el consumo.


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