¿Qué es la singularidad tecnológica?


El gran maestro de la ciencia ficción, Isaac Asimov, para muchos un profeta de los tiempos que vivimos, postuló en 1942 dentro de su cuento Runaround las Tres Leyes de la Robótica, normas ideadas por el escritor a las que los robot tendrían que ceñirse para que los humanos nos mantuviésemos a salvo.
  1. Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
Leyes que en 1942 sonaban a fantasía total, tienen tanto sentido en la actualidad, que ya han sido ampliadas y modificadas para ajustarse al mundo real. Normas para el uso responsable de las tecnologías robóticas han sido propuestas, así como se han establecido principios éticos que se adapten a nuestra realidad. Hasta ahora los robots que conocemos se encargan del ensamblaje de productos como los automóviles, maquinaria sofisticada, microprocesadores, etc. Otros se encargan de atender restaurantes en Japón. La pregunta de si podrían las máquinas reemplazar a los humanos ya ha sido respondida. Muchos trabajos han dejado de existir porque ya no hace falta que una persona los haga, cuando una máquina es más eficiente y tiene menor costo a largo plazo. La siguiente pregunta es ¿podrían un día reemplazarnos por completo?

La Ley de Moore

Singularidad tecnológica
Foto de: OnInnovation
Postulada por Gordon Moore en 1965, esta ley empírica ha logrado anticipar el patrón de comportamiento de los microprocesadores, indicando que cada 18 meses aproximadamente, el número de transistores en un circuito integrado se duplica, y su coste se reduce. La Ley de Moore ha venido cumpliéndose por más de medio siglo, y de continuar haciéndolo, el progreso tecnológico sería ¿infinito?
El hecho de que la tecnología pueda avanzar a esta velocidad sin detenerse, ha hecho pensar a muchos qué pasará cuando ese crecimiento tan acelerado afecte la inteligencia artificial de las máquinas que ya hoy son capaces de tantas cosas.
Aunque podríamos estar acercándonos al final de la Ley de Moore, impuesto sólo por las leyes de la física natural que pone un límite al nivel de encogimiento que pueden alcanzar los circuitos, esta posible pared para el avance, a la escala en la se viene experimentando por años, se considera que será saltada gracias a la nanotecnología. Cuando se alcancen los límites de la miniaturización a niveles atómicos ¿qué viene después?

La singularidad

La singularidad tecnológica es una hipótesis que sugiere que la velocidad tan acelerada a la que progresa la tecnología provocará que la inteligencia artificial tarde o temprano exceda la capacidad intelectual de los humanos y por ende el control que tenemos sobre ella. Esto cambiará para siempre la civilización o terminará con ella. Una idea increíblemente interesante y bastante aterradora a su vez. La singularidad, si lo pensamos bien, es el tema en películas como Matrix o Terminator, que plantean un escenario en el que la civilización ha llegado a un estado en el que las máquinas han sobrepasado la inteligencia humana y han tomado el control.
Si la Ley de Moore se sigue cumpliendo y la inteligencia artificial alcanza un punto en el que los robots empiecen a crear nuevos y mejores robots, más inteligentes, ¿por que no olvidarse de cualquier variante de las leyes de Asimov que los humanos hayan podido implantar en su programación? Después de todo serían máquinas creando máquinas, y la humanidad podría convertirse en una especie obsoleta que no merece ser conservada. Adiós John Connor.


Aunque todas estas posibilidades sean probablemente imposibles de comprender y mucho menos de predecir, muchos ya se han atrevido a decir que dentro de 20 o 30 años alcanzaremos un nivel de superinteligencia que permitirá que la singularidad suceda en algún momento. Y aunque todo parezca sacado de un libro de ciencia ficción, si miramos con detenimiento el mundo en el que estamos viviendo, nos damos cuenta de que no todo son coincidencias divertidas, y que hay mucho basado en la realidad.




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