El coche fantástico. Tecnología o ficción


Kitt

Resulta enternecedor y hasta decepcionante comprobar como los efectos especiales que nos fascinaban de niños son hoy algo común o incluso hasta un poco Vintage. Hoy en nuestra saga de tecnologías legendarias del cine y la televisión recalamos en los inventos de James Bond venido a menos de la serie El coche fantástico.

Como no, el primer paso es empezar por el auténtico protagonista de la serie, Kitt (Acrónimo de Knight Industries Two Thousand), un Pontiac Trans AM del 82 con personalidad e inteligencia propias que hacía de contrapunto estirado y respondón al bueno de David Hasselhoff.

Probablemente la única tecnología de El Coche Fantástico que aún no se ha desarrollado completamente es la de la inteligencia artificial de Kitt. Los mayores avances en el campo de crear máquinas que reaccionen como seres humanos se dan en Japón. En el resto del mundo la opinión general parece inclinarse hacia que quizá no es muy buena idea aliñar un sistema de inteligencia artificial sobrehumano con la emocional y caprichosa personalidad que nos caracteriza.

Casi todo el resto de cosas de las que es capaz Kitt están ya inventadas si exceptuamos cosas como el blindaje molecular. Comencemos por su capacidad para conducirse él sólo. La semana pasada, Google obtenía el primer permiso institucional (por parte del estado de Nevada) para poner en circulación su coche autónomo.

Google Car

El coche que conducía solo

El coche de Google es capaz de conducir sólo gracias a un complejo sistema que une cámaras, sensores láser y de radar, localización GPS y una buena dosis de computación y bases de datos sobre carreteras y normas de circulación. Más que una única tecnología es una suma de muchas con un resultado sorprendente.
El resto de características de Kitt son, de nuevo, algo ya conocido y que, en muchos casos, queda bien sobre el papel pero no en la realidad. Un coche blindado no es algo muy tecnológico y algo nos dice que los cientos de kilos extra de blindaje no son muy compatibles con la capacidad de saltar varias decenas de metros.

En la serie, Kitt lleva instalado un motor Turbo-Jet con propulsores modificados. En otras palabras, un motor de avión a reacción. La realidad ya ha hecho posible esto, aunque no tan miniaturizado y con bastantes problemas de consumo y peligrosidad. Es más, aunque pudieran miniaturizarse propulsores para que el coche actuase como un saltamontes, los resultados probablemente no fueran muy deseables a la hora de aparcar.

Kitt

Pasamos por alto sistemas tan pintorescos como el lanzallamas, el láser defensivo o los surtidores de aceite, que son posibles pero complican mucho el pasar la ITV. La serie tiene otros exotismos que fueron incorporándose en las últimas temporadas como el modo Superpersecución. Basta un paseo de fin de semana por algún polígono industrial de madrugada para constatar que ponerle 14 alerones, spoilers y bultos sospechosos al coche no incrementa su velocidad y que, como mucho, permite a su propietario salir en portada de una revista de tuning. Alcanzar velocidades de 500 kilómetros por hora en tierra es posible pero requiere de una aerodinámica y sistemas de propulsión diferentes y, a la postre, peligrosos, caros e innecesarios para el común de los mortales que circulamos por carretera.

Kitt, te necesito

Otro de los grandes sueños infantiles de El Coche Fantástico era aquel fastuoso reloj por el que Michael Knight conversaba con Kitt. Muchas compañías como la propia LG con su LG GD910 han jugueteado con la idea de lanzar un móvil-teléfono. La categoría wristphone es un estándar desde hace mucho y, sin embargo, ninguno de estos modelos ha llegado a triunfar comercialmente.

LG GD950
La tecnología aquí ha dado ya mil vueltas a la realidad. Lo natural suele aceptarse de mejor grado y hablarle a la mano no suele estar bien visto por mucho reloj-teléfono que llevemos. El tamaño también hace que estos equipos sean muy caros en comparación con sus prestaciones. A lo máximo a lo que hemos llegado a acostumbrarnos es a que el reloj cumpla algunas funciones de asistente conectándose al smartphone como en el caso del Sony Smart Watch. Por una vez, el mayor obstáculo en una tecnología cinematográfica no ha sido técnico sino más bien de experiencia de usuario.

A la postre, si lo que queremos es un coche respondón que busque información en internet y se conduzca el mismo sólo tendremos que esperar unos años a que Google popularice sus coches autónomos. Para la parte de la voz impertinente siempre tendremos las próximas versiones de Siri o S-Voice (suponiendo que esta última desarrolle algún día algún tipo de inteligencia artificial). Para el resto del atrezzo basta con una chupa de cuero estrecha y rizos abundantes.

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