Necesitamos ser un país de emprendedores: es ahora o nunca
En España somos récord mundial de paro entre los jóvenes. La crisis nos está cegando sobre el cambio que tenemos que dar y tenemos varios retos para mover el tema del emprendimiento, entre ellos financieros, educativos o culturales. Hay que advertir que el capital emprendedor no es capital riesgo, no hay que confundirlo.Podemos seguir mirando para otro lado pero la realidad, la peor realidad posible, es que España tiene en estos momentos un paro que se ceba con la población más joven. Miles de jóvenes animados a estudiar, cuyos padres les han inculcado que el esfuerzo y el estudio les proporcionaría un horizonte laboral sobre el que construir su vida, se encuentran con la peor paradoja posible: que el esfuerzo no es directamente proporcional a las oportunidades.
No soy un experto en en esta materia, la educativa, pero sé a ciencia cierta que el modelo sobre el que los jóvenes han estudiado, sobre las expectativas que hemos construido, está literalmente acabado. Por mucho que estudiemos y nos esforcemos, tan sólo será el comienzo del verdadero reto: aprender a crear las oportunidades por nosotros mismos, antes que esperar un empleo “como el de nuestros padres”.
Nadie va a inventar por nosotros a nuestro favor, nadie llamará a nuestra puerta y nos dirá: “como te has esforzado, aquí tienes tu recompensa en forma de un trabajo para el resto de tus días”. El modelo sobre el que nuestros padres escribieron su prosperidad terminó.
Javier Santiso, responsable de la incubadora Esadeban y profesor de esta escuela de negocios, ha presentado un documento con 40 propuestas en materia de emprendimiento ante la inminente ley de emprendedores que debe sacar adelante el gobierno antes de final de mes. Javier, al que he tenido la oportunidad de conocer, es un convencido defensor del modelo basado en el emprendimiento. Su currículum es como poco envidiable y, sin embargo, hablar con él es encontrar a una persona que mira con ojos de descubrirlo todo como si fuera la primera vez.
Por eso su alegato en defensa de la importancia de convertir a España en un país donde emprender es lo deseable, no lo denostado, lo siento muy mío. No podía ser de otra manera cuando he emprendido una y otra vez desde que terminé la carrera, buscando siempre crear riqueza para mí y los que trabajan conmigo. Pero sobre todo siendo consciente desde mi primera iniciativa que la libertad llega cuando eres dueño de tu destino, exasperante y gratificante sin solución de continuidad, pero el que tú decides construir. No el que otros deciden por ti.
Las 40 propuestas presentadas son además de refrescantes y certeras un ejercicio de sentido común, el sentido contra el que el ser humano es capaz de actuar al punto de destruir su futuro antes que ceder su confort actual. Entre ellas se destaca que es tiempo de considerar a internet como la palanca de crecimiento de la economía y cejar en los ataques contra la misma, que la administración que necesita de la actividad de empresarios y emprendedores para seguir existiendo y justificar su existencia, sin embargo les vapulea sin miramientos, hasta algo tan sencillo de entender como que es imprescindible fortalecer la cultura del esfuerzo para que sea la moneda común.
Soy padre de dos hijos que tienen que elegir “itinerario” buscando qué estudios cursar o cómo afrontar su futuro inmediato. Yo sé lo que les espera, tener que trabajar y pagar impuestos en otros países, a pesar de haberles costeado aquí sus estudios. Pero lo que es más terrible ser testigos del fracaso de una sociedad que se rasga las vestiduras con grandilocuencia ante lo que le está pasando, pero que prefiere que la solución la inventen otros, en vez de asumir que el cambio empieza por cada uno de nosotros.
Es el momento de inyectar espíritu emprendedor a nuestros hijos y poner en marcha las medidas para facilitarlo. Posiblemente mañana será demasiado tarde.
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